martes, 26 de octubre de 2010

Una de indios.

Que no es una peli de vaqueros. Era un clásico entre las preguntas con trampa del Trivial: “¿Cómo se llaman los habitantes de la India?” y uno decía “Hindúes”. Y ya estaba liada. En la tarjeta ponía “Indio”. Y que si, que no, que es lo mismo, que no lo es, que te tiro el quesito, que te comes los dados… Para vuestra información, hindú es seguidor de una forma de vida, el hinduismo, no exactamente una religión, pero casi…Indio, efectivamente, es habitante de La India. Pero al final la RAE acabó por equiparar ambos, con lo que cualquiera de los dos te serviría en Pasapalabra (eso si, uno con hache…:)).
Tras este pequeño inciso, vamos al tema de hoy. Como habréis visto por nuestros viajes a Portugal, allí tenemos un restaurante indio de cabecera, que nos encanta y al que siempre vamos un par de veces en vacaciones. Es una comida que nos gusta mucho, que aporta sabores a los que no estamos acostumbrados, especiados y a menudo picantes, con unas salsas untuosas. Pues la cosa es que allí es una comida muy popular y no es difícil encontrar en los supers secciones dedicadas a esta culinaria. Así que estas últimas vacaciones aproveché para traerme un buen cargamento de latas para diferentes preparaciones.



Estrenamos el surtido con la preparación Korma. Un resumen simplista sería que se trata de una salsa con una base de curry, cebolla y leche de coco. El preparado incluye tropecientas especias, frutos secos y crema. La receta es muy sencilla: pochas una cebolla grande bien troceada en mantequilla, añades 400 gramos de pollo y cuando empiece a sellar añades el bote y otros 400 gramos de leche de coco (un bote normal, vamos). Y dejas cocer por 20 minutos. El resultado es un plato sabroso, de intenso sabor y salsa espesa. Ideal para acompañar con un arroz o con un cous cous. La mezcla de especias del bote de preparado es difícil de lograr en casa, pero reconozco que mi pollo con cococurry de manzana, parecido al Korma pero no igual, no está tampoco mal, por si preferís una receta más casera.



Ya os contaré qué tal los otros botes, porque éste era el único con una guindilla dibujada. Los otros tienen dos o tres…deseando estoy probarlo con bebida al lado.:)

viernes, 22 de octubre de 2010

Hamburguesas para todos

Las hamburguesas, pese a quien pese, son de las comidas más repetidas por servidor. No creo que desde hace mucho, muchísimo tiempo, hayan pasado más de tres semanas sin que caiga al menos una. Aunque habrá quien no pueda con ellas, no hacemos ascos a un whopper o un bigmac de tarde en tarde. Es más, me gustan, y dependiendo del día, me apetece mas una que otra. Llevado un poco más lejos el tema están otras clásicas, las del Hollywood. Me quitaron de la carta la que llevaba una rodaja de piña, pero bueno, ahora tiramos de la Bacon Burger y de alguna de las más sofisticadas, con queso de cabra y cositas así. Si nos vamos aún más allá, están las probadas en Peggy Sue, New York Burger, Alfredo’s, Home Burger…Todas las tenéis descritas en el Excel habitual (ver columna de la derecha, guia de restaurantes LP).

Cuando las hago en casa la receta habitual, para cinco o seis generosas raciones, son 500 gramos de carne de cerdo picada, otros 500 de ternera, un huevo, una rebanada de pan de molde picada muy fina, tres cucharadas soperas de leche, la necesaria sal y habitualmente pimienta, tomillo y romero. Las hago bien gorditas y las dejo su tiempo fuera de la nevera para que al hacerlas al punto no se queden frías por dentro. Hago una picadita de cebolla pochada con mahonesa y mostaza con la que unto el pan inferior, un poco de lechugas variadas, la carne en sí y si apetece, un trocito de queso brie, que dejo sobre la carne en la sartén una vez dada la primera vuelta. Así oficiamos la hamburguesa en casa.

El otro día picamos en una alternativa. Vimos en el mercado de Chamartín el puesto de Raza Nostra y ahí han incluido cual apéndice Hamburguesa Nostra. Se definen como hamburguesas de autor. Concretamente de Juan Pozuelo, al que conocía de Canal Cocina. Tienen unas treinta variedades de hamburguesas, que se venden crudas, por unidades, a precios que van del 1,90€ a los 3€. También te venden allí salsas variadas para llevarte y un muy buen pan de hamburguesas.




Así que caímos. Nos llevamos para probar una “Raza Nostra” de 1,90, de Ternera de Guadarrama, tomillo, romero, orégano, ajo en polvo y pimienta y una India, también de 1,90, de la misma carne pero con cúrcuma, cardamomo, canela y azafrán. Y dos panes, claro. Te vienen con unas instrucciones precisas, sobre la plancha fuerte, el poco aceite… Poca guarnición aparte de la lechuga y un poquito de cebolla, para ver que tal de sabor.



El resultado no estuvo mal pero tampoco fue para tirar cohetes. La India me resultó un tanto plasticosa (por si lo preguntáis SI quité el plástico protector…:) ), un poco dura. La otra mejor, mas tierna y con sabor mas conseguido. Las preferiría un poco más gruesas, incluso a costa de un menor diámetro. Una alternativa más para disfrutar de las hamburguesas en casa, aunque reconozco que me decepcionó un poco.

jueves, 7 de octubre de 2010

Asturias 2010 (III): vuelta a casa bien cargados.

Antes de la vuelta a Madrid era pertinente hacer compritas por Cabrales. Obviamente, viajó conmigo a Madrid una cuña de buen queso de Cabrales, pero no fue el único. Me llevé también un queos de La Peral, azul pero más suave, un afogal pitu, con su peculiar paladar y un ahumado de vaca muy rico. Un paquete de sobaos pasiegos San Pelayo y una quesada completaron la cesta de la compra. Desayuno más ligero que días anteriores, dos biodraminas (que uno acaba aprendiendo) y de vuelta a Madrid. Pero no sin hacer escala para zampar en Burgos. Nos acercamos a la zona de la Universidad donde nos habian recomendado el restaurante “Azofra”. Por lo visto antes era un sitio chiquitito, pero lo han reconvertido a lo más parecido a un salón de bodas. Al entrar ves directamente los hornos repletos de corderos y ves venir que la cosa va a estar bien.



Se pidiéron como entrantes unas verduras a la parrilla, correctas y algunas sopas castellanas, un pelín sosas, con su huevo y su jamón picado.





De principales, carnazas varias. Bandeja de tierno cordero para tres, que se soltaba de los huesos sólo con mirarlo.



Yo tire de un jugoso entrecot, de muy buen sabor.A mi lado perecieron unos buenos solomillos.



Antes del postre alguién lanzó un órdago y se pidieron unos pinchos de morcilla, así, por probarlos. “No nos vamos a ir de Burgos sin decir que hemos probado la morcilla!!”. Hermosos trozos, de mínimo dos bocados aunque algún intento acertado hubo de ingerirlos de uno solo. A los postres, alguna tarta, algunos cafés y algún licor para los no conductores.Salimos a unos 3o euros, creo recordar.Y vuelta hacia Madrid, con el estómago lleno, la cabeza descansada y un buen saco de buenos recuerdos.

Y para acabar, pues fotillo descansando los pies en el Cares, tras la primera parte de la ruta.Efectivamente, me apretaban los calcetines...:)

miércoles, 6 de octubre de 2010

Asturias 2010 (II) : la Ruta del Cares y el baile de precios.

Tras haber hecho acopio de energía con la cena del día anterior, nos levantamos, desayunamos en el hotel y recorrimos en coche los escasos seis kilómetros que llevan de Arenas de Cabrales al inicio de la ruta del Cares, en Poncebos. Distancia suficiente para que la nenaza que soy se mareara cual pato. Esto hizo que los primeros 5 kilómetros de la marcha las pasara más bien chungamente. Uno mareado, otro con un medio esguince curándose, otro con vértigos y otro con ampollas a la mitad de la ida. No se sabía si era la Ruta del Cares o una peregrinación a Lourdes para curaciones milagrosas!! Aún así, el camino dio para imágenes realmente bellas.



Y más bellas...



Y ejemplos de la valentía del hombre ante las bestias de la naturaleza (en este caso, bestia regulera: un abejorro…) en el momento más inesperado. Yo iba a hacer una toma del paisaje y me encuentro con la bailarina...:)



Entre tullidos, cagones y demás, la vuelta sólo la hicimos Robo, MAX y servidor. El resto de la tropa se volvió, no sin cierta emoción porque parecía que al final no sería posible, en taxi. Alivio para los dolores de Carlos y Justo, descanso para los vértigos de Julio y Ramón. Eso si, se perdieron un contundente menú del día del restaurante “La Posada del Montañero” a base de fabada, potente de sabor, escalopines al cabrales y huevos con jamón, buenas raciones ambas. Feo el detalle de cobrarnos la casera cuando el menú anunciaba que incluía vino de la casa o refrescos y el cobrar el café cuando alguno no había tomado postre.



La vuelta la hicimos a velocidad progresiva. Básicamente fuimos de ir rapidísimo a ir (con perdón) follaos. Si a la ida tardamos 3 horas y cuarto, la vuelta la hicimos en unas poco saludables dos horas!!! Vamos, que ya teníamos excusa para volver a zampar. Y ya teníamos destino. El local donde tomamos las sidras el día anterior tenía una parrilla de lo más interesante, así que allá fuimos. Pero tiene su historia.

El restaurante se llama “Sidrería Ribeles”. Nada mas sentarnos, cervecitas, sidras y demás. Nos cantan lo que tienen en la carta de parrilla y entre otras delicias nos plantean el chuletón de buey. Voto unánime: siete chuletones para siete tragones. De entrantes unos choricitos criollos, una riquísima ensalada de Cabrales y nueces y otra mas normal de pollo.




Y nos presentaron los señores chuletones. Como podéis ver, tremendos.



Mientras acabábamos los entrantes fueron oficiándolos. Los vinos nos dieron la primera nota amarga de la noche. Dos tintos roble, uno cobrado a 14 y otro a 20 euros, caros, que no convencieron nada, pero es que no tenía otro vino (?). Cosas de la tecnología: no pudimos resistirnos a mirar en Internet vía Blackberry o similar el precio en tienda….Joder, 3 y 5 euros. Multiplicación por 5!!!! Pero llegaron los chuletones y se nos pasó el disgusto. Una carne rica, bien hecha (salvo para Julio, que pidió que se la volviera a pasar 200 veces), acompañada de patatas y pimiento rojo. No era la mejor que haya comido en mi vida pero la nota era muy buena.Quedó aún sitio para probar una ración de costillitas, normalitas.



A los postres más bien poco, porque poco tenían.Les quedaban tres flanes y poco mas (¿). Joder, si éramos los únicos clientes de la noche!!! Raro. Nos trajeron, tras los cafés, licores a discreción. Uno de ellos, una crema de orujo, triunfo hasta quedar vacía la botella. Aquí alguien ya apuntó: “Nos van a clavar: nos han dejado los licores en la mesa como invitación…eso es que ya se lo han cobrado”. Pedimos la cuenta esperando algo similar al día anterior, sobre 25-20 euros por persona. Y nos cascan algo más de 50!!!! Sorpresa general. Preguntamos de donde ha venido el clavo. Respuesta: el chuletón, a 30 euros la pieza. Se te queda la cara de tonto. Mal está que te “canten” lo que tienen sin decirte al menos los precios, pero tampoco estuvimos hábiles preguntando. Pero 30 euros el chuletón es ya tirando a caro incluso en Madrid. Allí, con mayor cercanía de materias primas y sin tantos intermediarios, parecía exagerado. Entre el sablazo conocido del vino y este sorpresivo de la carne, salimos de allí con mal sabor de boca.

Pero ya puestos, teníamos curiosidad por saber a cuánto nos habían cobrado el kilo de chuletón. Ya sabéis, un poco el recurso del pataleo. Así que otra vez excursión para adentro. Pero no nos lo dijeron a las claras. Nos dijo la jefa que cobran a 30 euros la pieza de entre 800 y 900 gramos. Un momento!!! Recordábamos como la camarera nos dijo que eran 600 o 700. Que ya metidos en esos números, la diferencia podía ser un 30%. Nos hablaron de lo buena que era la carne (cosa que no discutimos, estaba muy buena), del hecho diferencial de la parrilla y el parrillero (bueno, lo cierto es que de nuestra mesa creo que todos podríamos haber oficiado tan bien como el parrillero esas viandas) y de los costes que conlleva.No dudamos de que el resultado era bueno, pero claro....tanto?



Al final la dueña nos ofreció, ya que no nos había dicho el precio y ya que no aparecía el chuletón de buey en la carta, a cobrárnoslo como el de ternera, es decir, 5 euros menos por cabeza. No era el objetivo la rebaja, sino más bien la información y la corrección para futuros clientes. No os llevéis a confusión: toda esta conversación, que podría haber sido desagradabilísima, fue llevada en un tono tremendamente conciliador entre nuestro negociador, Justo y la gente del bar. Sólo era violenta la situación, pero el trato fue perfecto, no podemos negarlo, con una camarera simpatiquísima y amable, al igual que el parrillero, y una dueña siempre dialogante. La simple corrección de tener una carta en condiciones que presentar al cliente habría hecho desaparecer el problema: si lo quieres a ese precio, lo pagas, y si no, pues no.Y todos felices.

Pero bueno, la noche no había sido en absoluto mala y aprovechamos esos 35 euros devueltos para una de las varias rondas de copas y cervezas tras el atracón de carne. A eso de la una de la noche, de vuelta al hotel, aun nos quedaron ganas de más. Max ofreció generoso uno de sus vinos bag in box (ver post anterior) y le dimos unos cuantos viajes, acompañados (el pecado se llama gula concretamente) por unos sobaos pasiegos que había comprado para llevar.Pobres, ya nunca saldrían a conocer mundo...En fin, el hambre y la sed del montañero debían ser…Hartos como boas y satisfechos con la jornada, pusimos cierre y a descansar para la vuelta a Madrid…Aún nos reservaría otra entripada!!!!!

lunes, 4 de octubre de 2010

Asturias 2010 (I)

Una vez al año, más o menos, nos juntamos unos ya viejos amigos que nos conocimos trabajando en Alcatel. ¿El objetivo? Fin de semana de andar por el campo, comer como animales y bebernos hasta el agua de los floreros. Simples pero importantes excusas para aprovechar y vernos, al menos, esa vez al año.

Este año el destino elegido ha sido la Ruta del Cares. El centro de operaciones se situó en Las Arenas de Cabrales, a sólo seis kilómetros del inicio de la ruta camino hacia Caín (seis kilómetros en los que me maree como un pato en una lavadora…jodías curvas!!!).

Pero vamos por partes. Primero viaje hasta allí desde Madrid. Optamos por la carretera de Burgos. Se nota que no hay pasta para acabar las cosas. Tropecientos tramos de carretera en obra a medio terminar, quedándonos en un solo carril. Coñazo. Como vas de charlita parece que se aguanta mejor, pero buffff….

Parada de avituallamiento en Aranda de Duero. Max, que se las sabe todas, nos llevó hasta la Bodega Cooperativa “Virgen de las Viñas” (Tel: 947 50 13) para comprar algo que yo desconocía: vino “bag in box”.Como su nombre indica, el vino viene en una bolsa de material plateado protector dentro de una caja, con un pequeño grifo dispensador. Un Ribera del Duero joven más que respetable a un precio imbatible, sobre los 9 euros los 5 litros!!

Segunda parada de avituallamiento media hora y tres tramos de obras más tarde. Cocacolas, cafés, tónicas y un bocatita de morcilla a media tarde, no fuera que el kilo de chuches que nos habíamos zampado en el coche no fuera suficiente. Y ya casi del tirón hasta Arenas de Cabrales, en el más que digno hotel Naranjo de Bulnes. Por 40 euros la noche una habitación limpia, muy correcta y con unas buenas vistas, como se ve en la foto.



Por no marear mucho la perdiz, a la media hora de haber llegado ya estábamos escanciando sidra, con más o menos fortuna. Qué caras de concentración!!!




Sirvió de calentamiento para la única comida inicialmente programada del viaje. Teníamos reserva en el restaurante “Cares”. La cena fue clara indicadora de la tendencia que seguiríamos el resto del viaje: entripada a saco. Pedir para cenar un plato de fabes con cabrito como primero no está al alcance de cualquiera, no os penséis. Unas fabes tiernas, una carne que igualmente se deshacía y se separaba del hueso con facilidad. Algo suaves, ganaron al añadirles una pizca más de sal.



Mientras, los que no se atrevieron con un inicio tan potente disfrutaron de un variado de croquetas de jamón, cabrales y marisco y de una tablita de quesos de la zona.





De primeros también se vieron unos jugosos fideos con almejas. A los segundos triunfaron las carnes. Un gran chuletón de ternera rosada, tierno y sabroso.



Unos cachopos deliciosos, con buen jamón y queso.



Algunos escalopines al cabrales y un salmón que debió estar bueno también.



Todo regado con un aceptable vino de la casa.Una buena cena a unos 25 euros por persona, con chupitos y café. Gran parte de lo pedido estaba incluido en los menús del día (y noche) del lugar. Muy recomendable. Bajamos un poco la entripada con unas copitas y a dormir, que al día siguiente nos tocaba caminata progresiva …