martes, 17 de julio de 2012

La Bomba, Rice Bar.

El sábado, un poco de porque sí, un poco porque hacíamos medioaniversario, decidimos buscar un sitio nuevo. Tiramos de algunos recortes de revista y mira por donde, ahí estaba, La Bomba Rice Bar. Lo dicho, no estaba planeado pero era un sitio al que íbamos a ir tarde o temprano. Christophe Pais , entre otras muchas cosas autor de No Se Le Puede Llamar Cocina y corresponsable junto a Laura de que para un reciente cumpleaños acabara cenando en La Broche, ha abierto hace poco mas de 100 dias ese restaurante. Sitio chiquitito, con encanto, pocas mesas que acabaron llenándose (de lo que hay que alegrarse).
Lo cierto es que iba con un poco de respeto…Christophe es un máquina de la gastronomía y en algún momento de la tarde me dio la impresión de que era el restaurante el que me iba a probar a mi!!! :) Nada más lejos de la realidad. El ratito que estuvimos charlando con él bastó para vislumbrar una persona humilde, enamorada de su trabajo, apasionada.
El otro punto extraño que podía haber era “Y si ahora no me gusta la comida?”. Pero no, la cena fue excelente sin duda. Pedimos como entrantes la ensaladilla rusa, de textura muy fina, sabrosa y con un punto aceitunado muy interesante.


No me pude resistir a los cangrejos de caparazón blando con emulsión de sésamo. Tenía mucha curiosidad por ese plato, no los había probado nunca. Son una gozada, se comen enteros, con el crujiente que da el tempurizado, de sabor delicado, no tan profundo como en nécoras o similares (cosa que Laura agradeció). Desde aquí las gracias a Christophe por “chivarme” donde comprarlos para repetir en casa.


De principal para compartir nos metimos un increíble arroz con carabineros. Señores carabineros, deberíamos decir, de los más grandes que he comido. El fondo del arroz lo hacen con carabineros pequeños, rape y alguna cosilla mas, que flambean para hacer esa sabrosa base. El servicio para dos abundante. Porque soy como soy y no dejo que sobre nunca, pero para la cena era excesivo.


De postre una deliciosa torrija de Baileys con helado de vainilla, cremosa por dentro, crujiente por fuera con el azúcar a soplete. Ésta si que me hubiera gustado que fuera un pelín más grande, es adictiva y hubiera tomado un par de cucharadas más…Es lo que tiene compartir el postre…:)


Con un Cuatro Rayas verdejo y un par de coca colas, salimos a 45 euros por persona. Creo que merece la pena mucho, mucho…De hecho somos conscientes de que no probamos alguno de los platos emblemáticos del lugar, así que tocará repetir… Lo dicho, muy recomendable: aprovechen ahora que aun no está del todo descubierto, que será de los sitios en los que cueste encontrar mesa.

1 comentario:

  1. La verdad es que me encantó a mi también. Pachi dice que acabamos ahí de porque sí, pues no, cumplíamos 18 años y medio juntos, que eso también hay que celebrarlo ;-D La comida muy rica, abundante y lo de los cangrejos muy original y muy sorprendente. El trato increible, Christophe me pareció una persona encantadora, que sabe muy bien lo que hace, que sabe cómo tratar a la gente que va a su restaurante y que lo vive. Mucha suerte, seguro que le va a ir genial.Laura

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